Sin lugar a dudas que el descenso de riBer en 2011 (hace exactamente
6 años) marcó un antes y un después en el hincha de Boca.
Moralistas abstenerse. Aquellos que alegan que festejar
derrotas ajenas es sinónimo de mediocridad, están totalmente equivocados. En este país que se vive, se respira y se
siente fútbol las 24 hs del día los 365 días del año ese concepto no sirve.
No somos una cultura europea que en medio de una final de
Champions League hinchas de los rivales se abrazan y toman cerveza juntos. Tampoco
somos una cultura oriental donde el fútbol es una diversión sin importar el
resultado y se toma de manera asombrosa a quienes tratan el balón de una forma habilidosamente
diferente. Tampoco somos una cultura americana (yanqui) donde todo es negocio
sin importar el que, el cómo o el
cuanto, hamburguesas con gaseosa de por medio.
Somos argentinos y las diferencias entre los 2 clásicos
rivales data de toda la vida, pero si nos remontamos algunas décadas atrás podemos
encontrar explicación alguna.
La primera mitad de la década del ’70 tuvo a ambos equipos
sin ningún logro deportivo. En la segunda, ellos cortaron 18 años sin alegrías y
nosotros festejábamos la única final mano a mano de la historia para luego conquistar
América y el Mundo con el gran “toto” Lorenzo.
Los ’80 fueron especiales. Ellos se desvirgaron en el plano
internacional y nosotros salíamos de la peor crisis institucional de la
historia a puro sentimiento y tirando para adelante (como en todas grandes
familias).
Los ’90 en la década infame, mientras nos teníamos que
conformar con un torneo local para cortar 11 años de malas y ganarle los clásicos,
porque pensar en algo mas allá era puramente utópico, a ellos se les caían los
torneos locales de los bolsillos y hasta tuvieron tiempo de meter un par de
copas internacionales para creer que eran grandes (todo a base de resultados
positivos claro está).
Por suerte llegó la primera década del nuevo mileno y la
cataratas de vueltas olímpicas nuestras fueron reiteradas aparte de ganadas en altísimo
nivel (en cuanto a importancia y rivales) para que ellos calmaran la impotencia con
“Clausuras” que casi ni eran festejados. Aplausos por compromiso cuando se gana lo
que no se quiere y el que la gana es tu clásico rival con victoria mano a mano
y con firuletes y goles de muletas antológicas.
Ahí ratificamos lo que nosotros solos estábamos convencidos
y el mundo futbolero sospechaba, éramos los más grandes. Hasta habrán tenido
cierta envidia al vernos a nosotros reivindicar los colores y nuestra historia
aparte de ganar todo. Ellos tiraban maíz o pañales (algo insólito, inaudito y
cualquier hincha que se precie de tal debe tener las venas cargadas de vergüenza
propia y ajena).
El 2008 con nosotros campeones y ellos últimos fue el principio.
En su momento era una cruz mas para marcar en el lado de nuestras humillaciones,
pero sería el principio del final.
Algo que se consumó en 2011 con la promoción, el ingreso de
hinchas a hacer justicia por mano propia, el descenso de local y con su gente quemando
su propia cancha (subsidiada por los militares genocidas) y toda la vergüenza nacional
que nos daba la razón y nos ratificaba como grandes de verdad.
Por la historia, por no conocer de descensos, por los títulos
y por la gente. Esa que en las malas alienta y apoya aun más…como debe ser.
Todo lo que vino después es a modo decorativo. Títulos para
nosotros, títulos para ellos, pero la marca quedó grabada a fuego, ese mismo
fuego con el que quemaron su propia cancha en pleno acto de cobardía e
impotencia.
26/6/2011 – 26/6/2017 ni olvido ni perdón para los que
descienden (¿Qué es eso?)