21 años y 5 días
pasaron de un clásico de verano (con muchísimas victorias de papá en el medio), también con final feliz para el gran pueblo
Xeneize hasta esta goleada histórica del sábado pasado 5 a 0 a riBer.
Como es muy fácil
hacerse eco de las cargadas, la fiesta y las repercusiones del triunfo de Boca
el último sábado en el clásico, decidimos buscar algo del gran archivo que
tenemos y salir un poquito del molde.
Muchas coincidencias
hay del clásico del 26 de enero de 1994 a este del 31 de enero pasado.
El escenario:
Mendoza albergó en el estadio Malvinas Argentinas al público presente para esa
fiesta. (Según la revista El Gráfico había 44.000 personas)
El vencedor: Boca
como en la mayoría de las ediciones de los superclásicos, ya sea por torneos
locales, copas Libertadores o torneos de verano, Boca se queda con la gloria haciendo
notoria cada vez más la paternidad sobre aquellos que se han ido al descenso.
La impotencia: Una gran calentura o un rejunte de bronca y dolor hace que se reaccione de
diferentes maneras en situaciones adversas. El sábado fueron 3 expulsiones de
jugadores rivales, silencio atroz (una vez mas) y según dicen las malas lenguas
(?) algún reproche o incidente en el vestuario perdedor (por goleada).
En ese 1994, era
el técnico riverplatense quién se enfurecía con el árbitro de turno y se
desahogaba ante tanto derrotero en clásicos.
Lo gracioso
estuvo en el entretiempo, cuando todos se iban a los vestuarios con la victoria
parcial de Boca por 1 a 0, Passarella increpó a Juna Bava diciéndole entre otras
cosas que los estaba perjudicando, que Boca pegaba mucho y él no hacia nada,
que era hincha de Boca y que era un hijo de puta. Clarito lo de Daniel Alberto,
que con el tiempo y viendo las ultimas 2 acusaciones, Passarella no es muy
distinto a Bava. (cuack).
Lo cierto fue que
una vez más y como marca la historia, Boca fue Boca en cuestión de superclásicos
y riBer volvió a ser riBer, como el sábado pasado del 5 a 0 y como pasó
siempre.
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