Pagina oficial de la peña de Boca juniors en La Plata

Pagina oficial de la peña de Boca juniors en La Plata

viernes, 9 de octubre de 2015

BOCA de 1956

Un equipo con caras nuevas y una leve transformación iba sintiendo el equipo para el torneo de 1956.
Como incorporaciones rutilantes llegaron Antonio Valentín Angelillo, Osvaldo Zubeldía y Perfecto Rodríguez junto con otros refuerzos más.
También tuvieron su aparecieron en el primer equipo algunos juveniles que venían de la tercera como fue el caso de Eduardo Senés, el “yaya” Rodríguez y Ubaldo Antonio Rattín, quien se terminaría convirtiendo con el tiempo en ídolo indiscutido del club.
En cuanto al director técnico, había vuelto alguien que ya habia estado en ese cargo consiguiendo varios títulos en diferentes épocas: Mario Fortunato.
Ese equipo terminó tercero a 3 puntos del campeón realizando una muy buena campaña ganando 16 partidos, empatando 8 y perdiendo 6 de los 30 juegos disputados. Las estadísticas se completan con 56 goles a favor y 39 en contra. Entre esos partidos ganados se encuentra el clásico con riBer, jugado en la Bombonera por la 17ma fecha, donde aparte de ganar Boca 2 a 1 se produjo el histórico debut de Rattín en la primera de Boca.
Como dato institucional vale remarcar que en ese año Alberto j. Armando terminó su primer mandato presidencial y fue sucedido por Emilio Leveratto. Años después (mas precisamente en 1960) Armando volvería a la presidencia y se mantendría en su cargo por 20 años convirtiéndose en el presidente mas importante d la historia del club, de hecho la Bombonera lleva su nombre.

El equipo; Arriba: Francisco Lombardo, Rafael Arcos, Julio Elías Musimessi, Federico Edwards, Natalio Pescia y Luis Raúl Cardoso.

Abajo: Perfecto Rodríguez, Osvaldo Zubeldía, Antonio Valentín Angelillo, Fausto Rosello y Julio Marcarián.

miércoles, 7 de octubre de 2015

La 12 canta

Hoy estrenamos una nueva sección destinada a investigar el origen de las canciones que tan populares se han hecho en los escalones de la Bombonera como de aquella cancha donde haya ido la gloriosa hinchada que tenemos.
Cuando un tema, un estribillo o algún ritmo pegadizo pasa a ser popular, enseguida el imaginario del hincha (tanto de Boca como de las demás hinchadas) le adapta una letra de su equipo a ese ritmo para ser entonada donde quiera que fuese.
Así es como se generan los cantitos de cancha, donde en muchas ocasiones, esa nueva letra, pasa a opacar a la letra original y queda impuesta en el cancionero futbolero. ¿O acaso alguien sabe la letra original del vamos vamos Argentina/ vamos vamos a ganar que se canta cada vez que juega la selección?
Acá lo que vamos a hacer es analizar la canción de origen y compararla con la que canta el hincha de Boca permanentemente para saber cómo o porqué se llevó ese ritmo a la segunda bandeja de la tribuna norte.
Claro que no todas son canciones de grupos o bandas del momento. Hay marchas o jingles que al ser tan pegadizas se adaptan enseguida a una letra muy simple pero por demás emocionante para el hincha. Así es como que las marchas radical y peronista se impusieron en la hinchada de Boca.
"El Adelante radicales/ adelante sin cesar….." Se reemplazó por las palabras: "Dale Boca/ dale Bo". Simplemente eso y causante de miles de afonías desde las tribunas de la Bombonera como un grito de guerra.
El "Perón Perón / que grande sos" también se cambió por el "Y dale Bo/ y dale Bo". Tan simple como eso. Y en los momentos de consagraciones se lo reemplaza por el típico dale campeón/ dale campeón.
Hoy el primer análisis es el de la canción usada cuando el equipo sale a la cancha. El típico "Boca, mi buen amigo" tiene su historia original en 1981 cuando el operativo Sol realizó una campaña para que la gente no viaje con perros en las vacaciones.  Una propaganda bastante inocente (?) pero con un ritmo pegadizo de la canción "Boby no me extrañes" y adaptable a la cancha que la popularizó Boca y la copiaron todas las demás.
La letra original con video es esta:



Claro que llevada a la Bombonnera y con el éxtasis lógico ante la inminente salida del equipo, la versión de la hinchada de Boca es la siguiente:


                          

Así de fácil es como se transforma una canción inocente de hace casi 35 años a un grito pasional de un pueblo enfermo por los colores azul y amarillo.

lunes, 5 de octubre de 2015

Biografías Xeneizes: Hoy Natalio Pescia


Natalio Agustín Pescia nació en la isla Maciel justo el 1° de enero del año 1922 y de chico llegó a Boca para jugar en las divisiones menores.
Tuvo el privilegio de haber jugado con una sola camiseta que fue la de Boca, tanto en inferiores como desde su debut en primera hasta el día de su último partido como futbolista.
Solamente uso la camiseta de la selección nacional, la cual la defendió en 12 partidos.
Aguerrido, batallador y de esos que dejan todo en la cancha y la riegan de sudor por el sacrificio que realizaban, así jugaba Pescia, que bien se ganó el apodo de “Leoncito”.


En Boca debuto en 1942 y jugó ininterrumpidamente hasta el último partido oficial de 1956 (con victoria Xeneize a Huracán por 4 a 1), cuando “colgó los botines”. Inclusive llegó a jugar algunos amistosos más en diciembre de ese 1956 y algunos de enero del ’57.
Una muestra clara de que su vida fue Boca, son las fotos que notan como se fue quedando pelado con el paso de los años pero siempre con la misma camiseta.
Fue campeón en 3 títulos locales (todavía no se jugaban copas internacionales) dejando su sello de inolvidables líneas medias que lo nombraban como el último apellido del mediocampo.
En el bicampeonato del 43/44 lo hizo junto Sosa y Lazzatti y en el del ’54 con Lombardo y Mouriño como compañeros de mediocampos batalladores, fiel a la historia y el paladar boquense.

La inolvidable linea media con "Lucho" Sosa, Ernesto Lazzatti y el "Leoncito" Pescia. 


Jugó 478 partidos por torneos oficiales de AFA, marcando 12 goles y siendo expulsado en 4 oportunidades.
Tanto reflejó el sentimiento del hincha y dejó todo en la cancha, que la tribuna media norte (donde se ubica la 12) lleva su nombre en reconocimiento a todo lo que le dio al club como futbolista.
También quiso ser presidente del club pero perdió contra Alberto J. Armando en una de las tantas elecciones ganadas por el Puma.

Falleció el 1 de noviembre de 1989 a la edad de 67 años, pero quedó en el corazón de los hinchas que lo vieron jugar  y aquellos que no lo pudimos ver, valoramos su trayectoria y lo recordamos como lo merecen los verdaderos ídolos del club.

viernes, 2 de octubre de 2015

El último de estos últimos

Hoy nos detenemos a leer algo del escritor Eduardo Sacheri, confeso hincha de Independiente (Allá él con ese problema).
Reconocido por sus cuentos sobre fútbol y la manera tan particular que tiene para ver este deporte sociocultural y la simpleza con la que relata sus escritos, Sacheri, entre el 2011 y 2013 tuvo una columna en la revista El Gráfico que ya en esa época salía de manera mensual.
En cada numero de la revista aparecía un escrito de Sacheri hablando de diferentes aspectos del fútbol y tocando las temáticas que se emparentan con la vida.
En la edición de agosto de 2012 Sacheri habla de Juan Román Riquelme, quien por esos días había dejado de jugar en Boca y de ahí todas las suspicacias del periodismo y del hincha en general para opinar sobre el caso “Riquelme”.
Sacheri en ese ejemplar se refirió también a Juan Román, pero desde su lado. El de hincha que disfrutaba  de su fútbol sin importar la camiseta, porque al fin y al cabo, todos somos hinchas del fútbol. Después las opiniones personales por sobre como actúa, declara o decide JR son otro tema. 


El último de estos últimos


Acerca de Riquelme se han escrito ríos de tinta, y se han impreso páginas como para empapelar la patria entera. En estas últimas semanas, sin ir más lejos, su decisión de irse de Boca se convirtió en un tema de debate público.
Al día siguiente de la final de la Copa, contra Corinthians, los canales de noticias exhibían, en cámara lenta, la cara que ponía el presidente de Boca Juniors cuando se cruzaba con Riquelme, después del partido. Y diversos periodistas especializados se convirtieron en consumados analistas de expresiones faciales, con el objeto de determinar si la de Angelici era cara de bronca o de desilusión, de despecho o de desprecio, de angustia o de rabia, de pena o de incredulidad. Horas y horas de programas de radio se dedicaron a analizar los entretelones de su decisión, sus causas y sus consecuencias, sus antecedentes y derivaciones.
Y yo me encuentro en una terrible disyuntiva. Tal vez los lectores hayan notado que suelo rehuirle, en mis columnas para El Gráfico, a los temas de actualidad. No lo hago por hacerme el difícil. Lo hago porque no soy periodista, y carezco de su capacidad para buscar, para desmenuzar, para procesar la información. Es más: ni siquiera tengo el cuero curtido como para aguantar los chubascos de la gente que te odia por las opiniones que vertís en una nota. Me imagino que los periodistas están acostumbrados al destrato cibernético de los “comentarios” en los sitios web, o a los mensajes en las redes sociales. Yo, en mi tierna torpeza, me quedo pensando, al leer un comentario que me defenestra… “¿Y a este… qué le hice?”.
“Zapatero a tus zapatos”, decía mi vieja cuando yo era chico y me veía deambular por la casa, demorando el momento de sentarme a hacer, de una vez por todas, los deberes. Pues bien, yo reconozco que no soy zapatero en estas labores. Soy, a duras penas, un tipo al que le gusta mucho el fútbol y le gusta escribir. Y esas dos cosas juntas confluyen acá, en estas páginas. Y algo tengo ganas de decir, sobre Riquelme, ahora que parece que no va a jugar más por estos lados. Por lo menos en lo inmediato. Lo que sigue es lo que yo pienso de Juan Román Riquelme.
Cuando en una tribuna me pongo a conversar con uno de esos hinchas viejos, que mastican su nostalgia en cualquier platea, casi siempre se me ponen a contar de una época (“SU” época) en la que todos los jugadores tenían buen pie, y se daban la pelota redonda unos a otros, y tiraban lujos cuando iban ganando y cuando iban perdiendo. Tal vez el pasado fue así. O tal vez esos viejos eligen recordar lo que les conviene, o lo que les quedó grabado en la memoria a pura fuerza de asombro y de belleza, y por eso suponen que el pasado fue mejor de lo que fue.
Lo cierto es que a mí me tocó otra época. Esta época. Una época donde abundan los atletas que parecen tener ocho pulmones pero los pies redondos. Tipos que pueden correr doce kilómetros en noventa minutos, pero incapaces de darte un pase como la gente a cinco metros de distancia. Tipos dotados con la agilidad de saltar un metro y medio desde el piso (y de paso romperse la cabeza contra un rival que sabe hacer exactamente lo mismo), pero inhábiles para anticipar el pique de un balón que viene envenenado por el efecto. Tipos que pueden hostigar a un rival como perros que le ladran a la rueda de un colectivo, pero que no saben cómo sacar un lateral sin tirarla a dividir.
Este es el mundo en el que juega Riquelme. No es un jugador exquisito en una época de exquisiteces (suponiendo, repito, que esa época haya existido, nomás). Es un exquisito cuando casi todos han renunciado a serlo. Un gourmet en una época de hamburguesas mal cocidas.
No voy a cometer el desatino de sostener que Riquelme no corre. Sí que corre (y por algo el físico le viene pasando las facturas que le viene pasando). Es posible, empero, que corra un poco menos que esos atletas de pies chúcaros. Y suceda que Riquelme sabe tanto, pero tanto, con la pelota y sin ella, que usa el tiempo y la velocidad ajena para lo que necesita. No importa el pase de morondanga que le entregue un compañero. Riquelme sabe recibir, domesticar ese balón, y poner el cuerpo. Para Riquelme poner el cuerpo no es ir al choque, como dos energúmenos, a ver cuál termina con más puntos de sutura. Poner el cuerpo es ubicar la pierna, y la cadera, y el trasero, y la espalda, entre el rival y la pelota. Y mientras el rival gira como un trompo para encontrar un resquicio, mover apenas el cuerpo, y zarandear apenas el balón, para que su posición se mantenga inexpugnable. Y mientras hace eso, con la displicencia y el automatismo de quien espanta moscas, Riquelme observa y piensa. Sabe tanto con la pelota que no necesita mirarla. Y entonces puede observar al resto. A sus compañeros y a sus rivales. A los sitios de la cancha en los que están y en los que van a estar dentro de cinco, dentro de seis, dentro de siete segundos, cuando Riquelme considere que es el momento y el lugar exactos para que la cosa siga. Y ahí viene la otra parte de la magia de Riquelme.
Mi suegro, además de tenista, era un excelente jugador de ajedrez. Lo que más me llamaba la atención –cuando me destrozaba en una partida- era que el tipo se anticipaba dos, tres, cuatro movidas para decidir sus acciones. Yo, que a duras penas podía tomar una cabal dimensión del tablero tal como estaba en el momento, me enfrentaba a alguien que sabía lo que iba a suceder y lo que no. Un bombardero B-52 (él) contra un carrito de rulemanes (yo). Pues bien, Riquelme, y los jugadores que son como Riquelme, juegan así. Sabiendo no solo lo que pasa, sino lo que está a punto de pasar.
Más de una vez le escuché decir a Alejandro Dolina –uno de los tipos más lúcidos que andan por ahí, si se me permite- que los hombres merecen ser juzgados por sus mejores obras, no por las más mediocres. Me parece un principio absolutamente digno. Nuestras vidas, las de todos, la de Riquelme, la de cualquiera, están llenas de actos diversos. Reprobables, dignos, rutinarios, lamentables, especiales, bellos, insípidos, despreciables. Si voy a recordar a alguien… ¿qué me cuesta detenerme, sobre todo, en lo mejor que hizo?
Yo no puedo meterme a describir, ni mucho menos a juzgar, qué motivos tiene Riquelme para proceder como lo hace. Ni puedo decir si hace bien, o hace mal. No soy quién para detenerme a juzgar si fue un tipo conflictivo o armonioso, amarrete o generoso, materialista o bohemio. Si a duras penas uno conoce a las personas con las que convive... ¿Qué puedo yo saber del modo de ser de alguien a quien solo vi a través de una pantalla de televisión, o a setenta metros de distancia y desde una tribuna? Mucho menos puedo anticipar lo que será de la vida de Riquelme en el futuro.
Lo único que puedo rescatar es esto: que Riquelme hizo de este juego del fútbol, que a mí me gusta tanto, algo más lindo que lo que habría sido si Riquelme no hubiera jugado. Y habiendo, en el fútbol y afuera del fútbol, tanta gente dispuesta a generar y reproducir mugre y fealdad –basta con mirar un rato de tele, por ejemplo-, yo me quedo con eso.
Creo que existen dos clases de grandes jugadores. Los que te provocan asombro porque nunca hacen lo que uno supone que van a hacer. Y los que te provocan asombro porque, aunque hagan lo que uno supone que van a hacer, no hay manera de impedírselo. Y Juan Román Riquelme es de estos últimos. Tal vez –ojalá que no-, el último de estos últimos.

Eduardo Sacheri, revista El Gráfico, edición de agosto de 2012


miércoles, 30 de septiembre de 2015

La peña está presente XXIV

8 de julio de 2015. Partido despedida de Sebastián Battaglia en la Bombonera. (El día que se mostraron "ciertas" banderas)

lunes, 28 de septiembre de 2015

BOCA de 1955

Parece que sirvió para relajarse el campeonato obtenido el año anterior, porque el equipo de 1955, pese a pelearlo en las primeras ubicaciones no tuvo la chapa para ratificar el logro conseguido un año atrás.
La base fue la misma a la que se incorporaron nombres importantes. Llegaron  Juan José Pizzutti, Ernesto Cuchiaroni y Rafael Arcos y también volvió para terminar su carrera, el “Atómico” Mario Boyé.
Como técnico, este año fue el turno para otro ídolo de la casa como Jaime Sarlanga y pese a realizar una muy buena primera rueda, en la segunda el equipo no tuvo regularidad y terminó el torneo a 8 puntos del campeón y en la tercera colocación.
Los números de esa campaña indican que sobre 30 partidos jugados se ganaron 14, se empataron 9 y se conoció la derrota en 7 oportunidades. En cuanto a los goles, se marcaron 51 y se sufrieron 36.
El partido más importante de ese campeonato fue el 17 de agosto cuando por la fecha 14 se ganó el clásico de visitante 4 a 0, haciendo riBer de local en cancha de Racing. 2 de Navarro, Pizzutti y Cuchiaroni fueron los encargados de dejar sus nombres escritos en el tanteador final.

El equipo; Arriba: Francisco Lombardo, Rafael Arcos, Julio Elías Musimessi, Juan Carlos Colman, Federico Edwards, Hector Otero y Jaime Sarlanga (DT).

Abajo: Mario Boyé, Miguel Ángel Baiocco, José Borello, Fausto Rosello y Ernesto Cucchiaroni.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Personajes Bosteros: Carlín Calvo

Actor de televisión, teatro y cine, galán y protagonista de infinidad de éxitos, Carlos Andrés Calvo, más conocido como “Carlín” también se destaca por ser hincha fanático de Boca.
La fama que consiguió por los éxitos televisivos hicieron que su vida sea bastante pública y esté expuesto permanentemente. A raíz de esto es que siempre se lo ha fotografiado en la Bombonera, con la indumentaria infaltable azul y oro y en muchas ocasiones hablando sobre Boca y contando sus experiencias como hincha.
El típico atorrante de barrio no podía ser hincha de otro equipo que no fuese Boca y en varios de los personajes que interpretó, mezcló la ficción con la realidad.


Un ejemplo claro de esto pasó el 13 de septiembre de 1992, cuando el Boca de Tabarez por la 6ta fecha del Apertura que ganaría, recibió a Huracán en lo que fue un empate 2 a 2. Lo curioso de esto es que previo al partido se filmó una de las escenas del último capítulo de "Amigos son los amigos" (record de rating por aquellos años) donde Carlín ingresa a una Bombonera repleta y en pleno clima de partido corre hasta su amada (la actriz Katja Aleman) y dentro del campo la besa produciendo una ovación del publico Xeneize.

Otro capítulo en la historia de Carlín y Boca se dio el 13 de julio de 1997. Boca recibía a Racing por un torneo Clausura que lo tenía deambulando sin pena ni gloria a falta de 3 partidos. La novedad pasaba por un regreso mas de Maradona a jugar con esta camiseta, por primera vez  en el ciclo del Bambino Veira. Fue tanto el clima extra futbolístico que se vivió en ese triunfo 3 a 2 que Carlos Calvo presenció todo el partido en el banco de suplentes al lado del Bambino. La excusa era filmar el primer capítulo de RRDT donde Carlín interpretaba a un director técnico y era ayudado por el Bambino antes de iniciarse en esa profesión.

Varias veces las cámaras tomaban al Bambino dando indicaciones y detrás suyo Carlín gesticulando y sufriendo, no solo por el personaje que estaba interpretando sino porque él también se sentí parte de Boca.

En ese primer capitulo, el Bambino aparece dándole consejos a un ex futbolista que está a punto de empezar su carrera como entrenador. Previo a eso, en su último partido Rodolfo Rojas (Carlín) recibe la visita de Diego Maradona en el vestuario y durante el partido patea el último penal de su carrera en un equipo de defensores de Belgrano que integraban Hector "El Negro" Enrique y Sergio "checho" Batista.



En mayo de 2011 la comisión directiva de ese momento le rindió un homenaje en plena Bombonera  como se suele hacer con los ídolos que han vestido la camiseta azul y oro, en este caso se trató de un hincha reconocido que se lo ovacionó como tal previo al Boca 1 – Newell’s  0 del Clausura.
Luego de 2 ataques de ACV, hace bastante tiempo que no se lo ve en público y de hecho está bastante retirado de su profesión, pero hoy con 62 años sigue siendo el hincha de Boca que conocemos todos y que es el prototipo de porteño argentino.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Tenemos nueva casa

Nos llena de orgullo poder comunicar quela peña LOS XENEIZES DE LA PLATA tiene un nuevo local que se lo destinará para las tareas habituales de la peña. Haces trámites, informar a los socios de la peña, tener un punto de encuentro y demás funciones que debe tener una entidad como la nuestra que se precie de tal.
Es esfuerzo, es sacrifico, es dinero y es trabajo. Algo que se hace desinteresadamente o por el hecho de la simple causa de ser de Boca y brindarnos desde  La Plata para con el club.


De a poco lo vamos a ir poniendo en condiciones  y adaptarlo para la ocasión. Mas delante vamos a ir informando como va el proyecto y a partir de cuando se pueden empezar a hacer trámites en la nueva casa de la peña.
La dirección es en 57 Nº 505. e/ 5 y 6 y cuando este listo los invitaremos para que pasen a conocer el lugar.

¡A disfrutarlo porque también eso es Boca!

jueves, 17 de septiembre de 2015

Olé es anti Boca IX

Confesamos que hemos pecado y el lunes fuimos al kiosco a comprar el diario Olé.
Más que nada para dejarlo guardado en el archivo, seguir riéndonos de felicidad y notar las diferencias marcadas con nuestro clásico rival.
Obviamente y por milésima vez, la gente anti- Boca se conforma con pegarle al rival y buscarle el pelo al huevo. Siempre encontrando defectos, opacando triunfos y menospreciando todo lo realizado por el club de la ribera.
En esta oportunidad, de entrada nomás, en la página 5 (la segunda dedicada a un superclásico donde la nota la puso Boca al ganar el partido) vuelven a marcar lo de la copa Sudamericana pasada y lo de Libertadores con el gas pimienta y toda esa historia. (Es algo que han encontrado para agarrarse y sumarse algún poroto en este último tiempo para opacar la grandeza de Boca).


Pero lo más gracioso (es el término mas adecuado) es la columna de Farinella opinando como hincha de la banda (o la mancha).  Nada de objetividad, de reconocerle la victoria al rival o de hacer una autocrítica con errores propios, absolutamente nada de eso.
Farinella arranca haciendo un chiste con el título, luego le pega una patadita a Tevez, después intenta convencerse que hincha de un equipo copero, por supuesto critica el juego de Boca en el clásico y la liga Orión para llegar hasta el árbitro Herrera, quien se lleva todas las criticas habidas y por haber de una gallina cobarde como este personaje que se jacta de ser periodista.

La lista sigue pero sería interminable. Siempre tratamos de resaltar alguna frase en especial, pero acá era todo el texto, donde pega, pega y no para (igualito a Vangioni).

Es cuestión de repasar algunas de las líneas escritas por este engendro y saquen sus propias conclusiones.

martes, 15 de septiembre de 2015

El clásico del '97


¿Qué es un clásico, Un Boca – riBer? No,  un clásico es que Boca le gane a riBer y más si es en cancha de ellos. Pasa en casa, en  la de ellos, en Mar del Plata, Mendoza o donde se juegue por torneos de verano, etc.
Tiene más relevancia en el incendiado Monumental porque ahí Boca demuestra su paternidad y queda a las claras quien domina y donde en este tipo de enfrentamientos.
Buscando en el archivo encontramos muchísimo, pero nos detuvimos en el clásico del Apertura de 1997.


Sábado 27 de octubre, tarde de lluvia y la historia de siempre. Ellos empezaron ganando con gol del traidor hijo de puta de Berti y Boca que se lo da vuelta con una definición de “3 dedos” de Toresani y un cabezazo de pique al suelo de Martín Palermo en medio de un diluvio y la euforia generalizada por parte de los jugadores como del hincha de Boca que rebalso las tribunas visitantes.


Es partido es recordado porque Palermo le hizo su primer (de muchísimos) gol a las gallinas y porque (sin saberlo en ese momento) fue el último partido de Maradona en su carrera profesional.
En el entretiempo fue reemplazado por Riquelme (dejándole el legado de la casaca número 10 de Boca) y no volvería a jugar más el mejor jugador de la historia de todos los tiempos.


Un clásico redondo. Con adversidades superadas, ganando a lo Boca, bajo la lluvia y con Diego despidiéndose.