Ese es el
sentimiento que sentimos los verdaderos hinchas de Boca después de haber visto
lo que pasó anoche en el clásico.
Nosotros, los verdaderos
hinchas, repudiamos esas actitudes como cualquier hecho de violencia, de esos que
ocurren domingo a domingo en todas las canchas sin importar clubes ni categorías.
Porque los que
hicieron eso no son hinchas. El hincha alienta, grita y putea pero sabe medir
el límite con la violencia y por sobre todas las cosas tiene respeto por el
club, cosa que anoche no se tuvo.
Hoy por culpa de
esa persona (habría miles de calificativos para nombrarlo pero ni vale la pena)
50.000 personas se quedaron sin ver un espectáculo deportivo. Mas allá del sacrificio
de habilitar su entrada, llegar hasta la cancha, los gastos que eso conlleva y
todo lo que resignó por estar presente en el clásico.
Dicen que
clausuran la Bombonera, que podrían darle por ganado el partido a River y
muchas cosas más.
Todas perjudican
y ensucian el nombre de Boca y con lo de anoche se sigue alterando la
convivencia y el trato entre personas sin importar los colores o la manera de
pensar.
¡Que mal que
estamos! Y siempre, cada vez que pasa un hecho de estas dimensiones decimos que
sirva para cambiar, pero lo único que pasa es que se completa otro capítulo mas
de violencia en el futbol.
Todo espectáculo que
reúne gente pasa a ser una tragedia. Violencia, muertes, peleas con la policía,
falta de normas de seguridad y todo lo que ya sabemos y hemos sufrido.
Hoy es Boca y lo
sufrimos el doble. Por culpa de un tarado. El verdadero hincha de Boca fue a
alentar y a aportar su granito de arena desde la tribuna para dar vuelta esa
serie. No fue a agredir, a tirar gas pimienta ni a suspender el partido.
Que no se confunda,
el hincha de Boca alienta y apoya, Boca es muy grande como para pasar por esto
y lo de anoche fue un boludo (de los tantos que cruzamos a menudo por la calle)
de esos que alteran el normal comportamiento de la sociedad en general.
Ojala haya un gas
pimienta que actúe sobre estos violentos para erradicarlos para siempre y que vivir
en orden y respeto (nada fuera de o normal) sea cotidiano y como corresponde.
LOS XENEIZES DE
LA PLATA
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