Dicen que 20 años no es nada, y en este caso 25
tampoco, porque hace exactamente un cuarto de siglo, Boca Juniors conseguía uno
de los campeonatos más difíciles de ganar y festejado como tal.
Decimos difícil no solo por la manera en que se
definió, sino porque le costó conseguirlo después de 11 durísimos años de vacas
muy flacas que ocupó casi toda la década de los ’80 y el principio de los ’90.
Después de aquel histórico Metro del ’81 con
Maradona y Brindisi como estandartes, llegaron las malas. Deudas, números en
rojos, una intervención del club y una Bombonera clausurada.
¿Quieren más? Jugadores que no estaban a la altura
de ponerse semejante camiseta, pibes de inferiores que no estaban preparados
para el roce del futbol grande hacían que las campañas fueran de mediocres para
abajo y camisetas con números pintados porque no había juegos alternativos en
la utilería de un club que estaba a punto de desaparecer y no exageramos.
De apoco fuimos saliendo adelante, como los grandes
y con gente que de verdad quiso y trabajó por un Boca mejor, y de a poco
empezaron a llegar las buenas campañas. La hermosa Supercopa del ’89, la
inolvidable campaña del ’91 con los goles del Bati pero que no alcanzó para
quedarnos con la Libertadores luego de un robo seguido de una batalla campal en
Chile y la nefasta tarde los penales en el barro contra Newell´s para poder
ser campeones locales después de 10 años. Y ahí llegó el esperado y bendecido
1992.
Después de un primer semestre irregular, la 2da
parte del año vino con todo. El equipo no era gran cosa, pero tenía
personalidad, nombres que salían de memoria y eficacia a la hora de sumar y
pelear el torneo contra las gallinas.
Años en que la 12 (la barra de José) coreaba c/u de
los nombres de los jugadores antes del comienzo de los partidos, nosotros
repasamos puesto por puesto a los héroes del ’92.
El mono en el arco era una garantía. Ya consagrado
debajo de los 3 palos y con el histórico buzo del camioncito nos salvó en
muchísimas oportunidades. Quizás la más importante de ese torneo fue cuando le
atajo el penal al sorete de Hernán Díaz para que Boca ganara el clásico 1 a 0.
La línea de 4 salía de memoria. Chiche Soñora por la
derecha era un tractorcito. El lateral que más se mandaba al ataque. Siempre
llegaba y tiraba centros a la carrera aparte de marcar con gran eficiencia.
El 2 era Juan Simón. Experiencia, temple y oficio en
uno de los puestos más difíciles. A mitad del torneo se rompió la rodilla y lo
reemplazó un pibe de las inferiores que debutó en el clásico del penal que
ataja el mono, Luis “Gardelito” Medero.
Víctor Hugo Marchesini. Rustico, metedor y eficiente
en el esquema del maestro Tabarez para ser el 6 que no se complicaba y la
revoleaba cuando era la ocasión.
Por último, el 3. El colorado Mac Allister. Llegó
para ese torneo. Primero resistido, pero con el correr de los partidos y la
entrega se fue ganado el corazón del hincha a base de sacrificio, pese a ser
petizo ganaba de cabeza en las 2 áreas.
La mitad de la cancha se la dividían Giunta y José
Luis Villarreal. Blas tirado más hacia la derecha, metiendo huevos, empujando y
haciendo valer la personalidad ideal para vestir la camiseta de Boca.
El 5 era Villita. Por aquellos años era querido por
el hincha. Después derrapó cruzando de vereda, pero en Boca mostraba calidad y
buen pie. Su fuerte no era la garra pero compensaba desde su buena pegada para
los tiros libres (hizo varios goles así) y también pateaba penales (tuvo la
desgracia de errar en la derrota contra Independiente en la Bombonera).
Por izquierda el chino Tapia. Un zurdo que jugaba y
se sumaba al ataque. Junto con los otros 2 volantes estaban en el club desde hacía
varios años y sabían bien lo que era Boca y la presión que tenían al necesitar
salir campeones. El chino hizo también varios goles importantes.
De enganche estaba el Beto Márcico. Lesionado y un poco
gordo, el Beto mostró igualmente destellos de su talento y jugaba como un
verdadero hincha que era. Fue un referente del plantel y se colgó la mochila
pesadísima por la presión con la que se vivió aquel torneo.
El Beto y su gol a Velez. después vendría el blooper de la caída en el festejo pisando el cartel de publicidad
Arriba estaba un uruguayo que llegó también para ese
campeonato. Debuto contra Huracán con un gol y no salió más. Tuvo su momento de
gloria al hacerle el gol a riBer en el clásico y treparse al alambrado en
cueros e inmortalizarse para siempre como ídolo. Ese fue el gran Sergio Daniel
“Manteca” Martínez.
El 9 era un paraguayo con toda la garra guaraní que
aparte de ser un excelente delantero era guapo y copaba todas las paradas
provocando admiración por el hincha y el odio del rival. El recuerdo está
intacto para el gran Roberto Cabañas que dejó su buen nombre en el corazón del
hincha.
El equipo que se hizo poster. Arriba: Guinta, Giuntini, Medero, el mono, Viillarreal y Mac Allister.
Abajo: Cabañas, Manteca, Soñora, el Beto y el chino Tapia
También en el plantel estaban aquellos que
alternaban y aportaban su granito de arena entrando desde el banco, o
directamente no entrando, como fue el caso del gringo Esteban Pogany. Eterno
suplente del mono que no largaba el arco nunca, ni en los amistosos. Pogany fue
un gran privilegiado de aquellas campañas sentado en el banco debajo de los
viejos palcos de la calle Del valle Iberlucea.
Otro que también llegó a mediados del ’92 fue el
paraguayo Gustavo Neffa de Unión de Santa Fe. Un volante que jugaba más que lo
que metía, pero tenía poca continuidad.
“Trapito” Carranza con las chapas al viento mostraba
velocidad y juventud y siempre era recambio permanente a la hora de tocar la
delantera del equipo del maestro.
Otro que también era delantero y llegó para esa
gesta fue el brasileño Charles. Ahí influyó Maradona que le compró el pase al
Cruzeiro (donde era figura en el ataque junto con Tilico y amargaron a las
gallinas un año antes en la final de la Supercopa) y llegó como alternativa.
Empezó siendo titular, pero no estaba a la altura de lo que era Boca.
Por último queda mencionar a otro pibito. Un
cordobés al que le tiraron la 5 de Boca para usarla en la última fecha y el
tipo no solo se la puso, sino que también la capa de héroe al marcar el gol que
le dio el campeonato. Claudio Benetti pasó a la inmortalidad ese 20 de
diciembre con ese derechazo cruzado y el festejo enloquecido, no solo de él
sino de todo el pueblo boquense.
Momento inolvidable para Claudio Benetti y todos los hinchas de Boca
Repasando la campaña hay que decir que Boca estaba
invicto hasta la fecha 15 cuando perdió 1 a 0 de local contra Independiente (el
mismo día que muriera en un accidente automovilístico en plena carrera de TC el
pato Morresi).
La fecha siguiente fue el turno del otro de
Avellaneda, fuimos al cilindro y nos trajimos un empate con sabor a poco en una
tarde que la descoció el turco García.
Se perdían puntos y riBer en la nuca estaba
agazapado para arrebatarnos la punta. Como si eso fuera poco, en la antepenúltima
fecha el histórico Deportivo Español (con Cattalano, Charly Batista, el puma
Rodríguez y cía.) nos ganaba 3 a 2 y el sueño se iba evaporando. Punteros
compartidos con sabor a fracaso. Otra frustración más para un hincha que no le
encontraba explicación al bajón de un equipo que aparte de ser muy regular
sumaba siempre y no se complicaba hasta esos partidos finales.
Vuela el Mono a su derecha y desvía el penal que pudo haber sido empate 1 a 1. Ganó Boca 1 a 0
Pero como riBer es riBer, en el inicio de la
anteúltima fecha (viernes por la noche) perdió contra Lanús y volvimos a
depender de nosotros mismos. Al día siguiente (sábado por la noche) visitábamos
a Platense en cancha de Independiente y ahí sacamos chapa de campeón y le
tiramos toda la historia al calamar, a las gallinas y al que se nos pusiera
adelante. Ganábamos 2 a 1 y sobre el final recupera Medero, el pibito que
jugaba de 2. Empieza a avanzar, cruza la mitad de la cancha, pasa a uno, a otro
y define como si fuera un 9 con miles de partidos en lomo. Gol, locura desatada
y el “si si señores / yo soy de Boca” retumbaba en la víspera de un momento
maravillosos e inolvidable para el hincha de Boca. Vos, yo, todos.
Y llegó el final contra San Martín de Tucumán, el
mismo que nos había hecho seis 4 años antes,volvía mas verdugo que nunca y de
hecho empezó ganando en el primer tiempo con el gol de Solbes.
Después la historia conocida. El gol de Benetti, el
pitazo final y la tan ansiada vuelta olímpica y los festejos que terminaron
derrumbando el alambrado del arco de casa amarilla y lastimando a algunos
jugadores como Giuntini que terminó con la cara ensangrentada subido en andas
de los hinchas.
El 20 de diciembre de 1992 quedó para la historia.
Fue el día que Boca volvió a salir campeón después de 11 eternos años, después
que un país festejara como nunca una vuelta olímpica del equipo más grande y
popular de este país, y Pedrín el fainero y la novia bailaran
el vals en la mitad de la cancha.
Les dejo mi nota sobre aquella noche...
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